martes, 13 de febrero de 2018

Mimos, mimos y más mimos





Leo muchos casos de gente quejándose porque su conejo no le da mimos... creo que deberíamos planteárnoslo al revés. ¿Cuántos mimos le das tú?

Lo ideal sería que el hecho de tener un animal en casa, un conejo en este caso, sea para proporcionarle un hogar confortable, personas que le cuiden y le quieran como a un miembro más de la familia y no como alguien que deba lamernos la cara o venir a saludarnos cuando lleguemos a casa.
Os voy a contar como es mi relación en este aspecto con mis 3 conejitos, empezaré con Molly.

Ella tiene un carácter bastante fuerte y es muy territorial con Nala, mi otra coneja hembra, ese comportamiento siempre me hizo pensar que jamás se dejaría acariciar por nosotros y de hecho así fue hasta que el celo apareció en su vida. Sobre los 5 meses empezó a pedir mimos a causa del celo, se dejaba abrazar, se quedaba quieta pegada a nuestras manos mientras le acariciábamos... Y aún después de haber sido esterilizada ha seguido así de mimosa, pero sólo cuando ella quiere claro está.
Cuando me tumbo con ella en el suelo la cojo y la pongo entre mis piernas, ella se acurruca y se deja sobetear sin poner impedimento, incluso a veces es la propia Molly la que en cuanto me ve sentada empieza a caminar hacia atrás y se pone en la posición que véis en la foto.

Hemos llegado a estar así hasta casi una hora seguida, eso sí, es ella la que decide cuando está harta de mis achuchones, se estira mientras bosteza, media vuelta y se va.

Con Nala es muy diferente, llegó a casa con unos 3 meses de vida, y por aquel entonces se dejaba coger en brazos, pegaba su cara contra nuestra mano en busca de cariño... pero a raíz de la socialización con Molly todo cambió. Desde que se hicieron amigas prefiere los lametones conejiles a los arrumacos de sus papis, aunque poco a poco a ido dejándose achuchar de nuevo por nosotros pero no con la frecuencia de antes.
Además si te agachas ante ella, levanta su precioso y pequeño morrito y te da un besito.

Nala

Hank, el machito y peque de la casa, era todo un mimosón cuando llegó con casi 3 meses cumplidos. Lo cogías en brazos y se te quedaba dormido encima, lamía nuestras manos y cara y siempre que nos veía nos buscaba pidiendo atención.
Él también cambió al socializarse con Molly y Nala, algo completamente normal por supuesto, ahora elige estar con ellas y recibir esos mimos que entre ellos se dan y tanto les gusta.
Sigue dejándose coger en brazos, pero ni por asomo se llega a quedar tan quieto como para echarse una siesta, así que cuando se deja aprovechamos y le damos todos los mimos que aguante antes de patalear para que le soltemos.

Hank

Cada conejito es un mundo, lo que unos piden con otros es imposible, tenemos que adaptarnos a ellos y no estresarlos. Es inevitable que te entren ganas de cogerlo y achucharlo sin parar pero no siempre están predispuestos a dejarse. Si le obligamos conseguiremos todo lo contrario, nos tendrá miedo y cada vez será más difícil ganarnos su confianza.
Poneros en su lugar, recordad por ejemplo cuando erais pequeños y venía el típico familiar estrujándote los mofletes mientras te decía lo mucho que habías crecido...
¿A qué te entraban ganas de salir corriendo?

Serán los peques quienes decidan cuando desean recibir mimos y es entonces cuando aprovecharemos y nos los comeremos a besos, les llenaremos de caricias y les daremos esas rascaditas detrás de las orejas que les hacen rechinar los dientes de gusto.
Además deberemos tener en cuenta que para ellos no hay nada como el amor que sienten en compañía de otro conejo.

Mis 3 pequeños descansando juntos



0 comentarios:

Publicar un comentario