viernes, 9 de febrero de 2018

Bunny, la conejita luchadora



El 7 de noviembre del 2013 a través de la página del facebook de una asociación que a día de hoy no existe, leí el caso de una conejita que me estremeció, una chica se había puesto en contacto con dicha asociación tras encontrarse en la calle un conejo que no podía caminar.

La pobre tenía miasis, fracturas, sarna y estaba embarazada. Estable, aunque habiendo abortado a uno de los conejitos, se piensa en realizarle una resonancia para comprobar el alcance de los daños en su columna, extraerle los bebés y encontrar una casa donde puediera vivir bien, donde pudiera dársele la atención y cuidados necesarios debido a su falta de movilidad. Entre tanto, la conejita seguía llevando una vida normal, bebía, comía...

Se plantea eutanasiarla, pero sus ánimos por seguir adelante y luchar son tales, que se aparca la idea. Debido a sus dolencias y la fuerte medicación termina por abortar el resto de bebés.

Pasan los días y durante la visita al veterinario para la resonancia, la cual será vital para saber si tendría una calidad de vida aceptable en el futuro, se encuentran con que la pequeña también padece hipertensión y con una de sus patitas delanteras hinchada.

Por fin llega el esperado día y un alivio para Bunny. La rehabilitación y medicación le devolverán la movilidad sin la necesidad de usar silla de ruedas. Además de tener aún llagas en las patas también necesita atención para otitis y anemia.

Bunny es una conejita que pese a todo lo que tenía encima ha ido luchando día a día, sacando fuerzas de donde seguramente no las tenía, superando cada obstáculo que la vida le ha ido poniendo, se habló de sacrificarla en varias ocasiones pero dada su fortaleza y sus ganas de vivir, no se llevó a cabo tal decisión.
Cuando parecía que todo iba a salir bien un nuevo bache en el camino de Bunny... tuvo que volver a ser ingresada por una hernia y problemas para ganar peso.

Durante la estancia en el veterinario, se termina por confirmar que tiene cardiomegalia, con lo que su esperanza de vida podría ser de semanas o meses, tomando medicación ya de por vida. Sus problemas le impiden absorber proteínas, así que se le alimenta con papilla. Darle la mejor calidad de vida pasa a ser primordial.

No conocía a Bunny, todo lo que sabía de ella era a través de la información que iban contando por medio de la asociación, accedía a diario a internet con la esperanza de leer buenas noticias, sufrí por ella desde el momento que supe de su existencia, lloré por ella, me alegré por ella... no me preguntéis por qué, pero desde el primer día tenía el pálpito de que Bunny pasaría a formar parte de mi familia.


Bunny

La imagen que véis sobre estas líneas me partió el alma... verla así tumbada, sabiendo por todo lo que estaba pasando seguramente por culpa de algún malnacido... ¿Cómo puede alguien irse a dormir todas las noches sabiendo que es el responsable del sufrimiento de un ser vivo?
Lloré... lloré y lo tenía claro, iba a adoptar a Bunny. Me lo pensé mucho antes de comentar mi decisión, tenía miedo de no poder darle a Bunny todo lo que necesitase, de no estar a la altura de las circunstancias, miedo de verla sufrir y no saber reaccionar...

Una vez Bunny volvió a estabilizarse y había vuelto a ser dada de alta, nos pusimos en contacto con ellos para contarles que queríamos adoptar a la pequeña luchadora. Y desde ese día, el 4 de Diciembre para ser exactos, Bunny pasó oficialmente a formar parte de nuestra familia.

Por aquel entonces se seguía temiendo por su vida, le costaba respirar, su corazón sufría, caminaba con dificultad... tomaba si no recuerdo mal 6 medicamentos distintos cada 8 horas a diario, curas en las heridas, unas 60 jeringuillas de 1 mililitro de papilla también diarias...
Se optó por realizar una ecografía para ver el alcance del daño de su corazón y sorpresa... un enorme absceso de pus cubría su tórax, otra fatal noticia que obligó a cambiar su tratamiento.

Dormir a Bunny para cada prueba que era obligado hacerle era temer por su vida más aún, pero bendito fue aquel día de la ecografía ya que se le pudo extraer algo de pus y analizarla con el fin de decidir medicarla con los antibióticos que por fin iban a darle un respiro a Bunny, y nunca mejor dicho.

A diario le damos 3 antibióticos diferentes, cada uno de ellos se lo administramos de forma oral, pinchado y otro a través de nebulizaciones. Además de medicación para su corazón.
En un mes Bunny ha pegado un cambio brutal, respira con normalidad, está activa, la patita que peor tenía ya no la arrastra tanto, corre y da pequeños saltos. Ha subido de peso y ya lleva tiempo que no precisa de papillas ni comida extra para mantenerse en un peso óptimo.
Le ha crecido todo el pelito que perdió, las heridas que tenía en varias zonas de su cuerpo han curado todas... todo esto así escrito no se apreciaría tanto si no lo acompaño de fotografías como estas:


Bunny el día que la rescataron


En el veterinario, se pueden ver las heridas en las patas


Pata hinchada debido a un problema cardíaco


Falta de pelo

Bunny es una CAMPEONA en mayúsculas, cada vez que recuerdo por todo lo que ha ido pasando y ella lo ha superado sin apenas mostrarse débil, siempre animada y demostrando querer vivir... me pregunto cuántos de nosotros hubiéramos sido capaces de sufrir todo eso en nuestra propia piel sin quejarnos...

Hace dos días tocaba revisión veterinaria, le hicieron una radiografía y el absceso de pus está empezando a desaparecer. El camino es largo, seguramente toda su vida tendrá que ser medicada pero esa corta esperanza de vida que parecía tener, ya no lo es tanto. Aunque tampoco queremos pensar en ello, lo importante es que sea el tiempo que sea, esté feliz.

El caso de Bunny es un ejemplo de que los milagros existen, de que la esperanza no la debemos perder nunca y que siempre hay que luchar.
También me pregunto ¿qué pasó realmente con Bunny para que acabara así? Vivimos en un mundo donde maltratar un animal es gratuito, donde nos encaprichamos de un "peluche" a través de un cristal y en cuanto nos molesta le damos una patada en el culo y en el mejor de los casos acaban abandonados.
Me avergüenzo de la raza humana... no sólo por lo sucedido con Bunny, por desgracia miles de animales acaban igual o peor que ella.
Cuando tengo a Bunny en mis brazos y la veo tan a gusto no dejo de pensar en como alguien un día pudo hacerle daño, y seguramente ese alguien se va a la cama sin ni siquiera acordarse de ella y quién sabe si ese alguien ahora se ha encaprichado de otro animal al que quizás le espere un sufrimiento similar...

Gracias a los veterinarios y auxiliares que se han desvivido por mi pequeña y que sin ellos Bunny no estaría a día de hoy como está. Auténticos profesionales que no sólo demuestran su buen hacer, también son personas con un gran corazón que sufren contigo, que dan cariño a cada animal que pasa por sus manos...

Gracias por supuesto a la chica que acogió a Bunny la primera vez que le dieron de alta, gracias por tu preocupación y por esas curas y lavados que tan bien le vinieron a la peque!!!

Por último quiero dar las gracias a todos aquellos que habéis seguido el caso de Bunny a través de internet y de una forma u otra habéis colaborado en su tratamiento y preguntáis por ella. GRACIAS.

Quiero acabar la entrada haciendo reflexionar a todos aquellos que un día tengan en sus manos "una Bunny", lo "fácil" es decir vamos a sacrificarla y que deje de sufrir, cuando en realidad están pensando, no pienso gastarme un euro en pruebas, medicación... tal como está mejor que se vaya... Con mis palabras no quiero dar a entender que por mucho que el animal sufra debamos seguir adelante, todo tiene un límite y lógicamente hay casos en los que no hay que darle más vueltas y lo mejor que debemos hacer es permitir que marche a un lugar donde no tendrá más dolores.
Pero por desgracia hay mucha gente que como decía va a lo "fácil", quitarse al animal de en medio porque saldrá más barato comprarse uno nuevo que apechugar con los gastos que vayan viniendo, gente que no ama a los animales y veterinarios que tampoco ponen interés en sacarlos adelante.

Ojalá que pueda volver a escribir una entrada sobre Bunny en la que cuente que ese absceso es historia, que su vida ya no corre peligro, que salta y corre como un conejito más y quién sabe... que ha pasado a formar parte de la vida de mis otros pequeños... yo de momento me conformo con verla como a día de hoy, poniéndose a dos patitas buscando si le cae algo de comer, dejándose coger como si de un bebé se tratase mientras se duerme en mis brazos, disfrutar de esas pequeñas carreras o de sus saltos, en definitiva, verla feliz.

¡Bunny gracias por seguir luchando!




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